martes, 26 de agosto de 2008

Como a chinos

Como decía en la primera entrada, hoy inicio un paseo que sólo el tiempo dirá si se convertirá en maratón o unos tristes cien metros.
Aprovechando el símil, qué mejor inicio para un día como hoy que hablar de las Olimpiadas chinas recién terminadas.

A mí personalmente me interesa el lado humano de la vida y debo decir que no hay nada más inhumano (en realidad sí lo hay, ya lo sé) que todo se reduzca a ver cuántas medallas, récords y demás quincalla propagandística se logra. Muy triste ver la obsesión de los periodistas de TVE por batir el número de colgantes de Barcelona. Como si eso fuera importante. El hecho de que el deporte de base en España sea un desastre no tiene la menor trascendencia, por lo visto. Seguimos siendo el país de la inspiración, de los Santana, Nieto, Haro, etc. Lo del trabajo y el esfuerzo ¿pá qué?. Hasta un genio como Unamuno dijo aquéllo de "que inventen ellos".

Si hay algo bonito en todo este tinglado pólítico-comercial de los cinco aros es el intento del ser humano por dar un paso más allá. En esta edición no he sentido eso. Sólo la consecución fabril y febril de récord tras récord como si fuera fácil. Empiezo a creer que realmente lo es y que hace tiempo que están todos batidos pero los dosifican con evidentes y racionales fines comerciales.

Pero lo que me ha asqueado especialmente es la permanente sensación de ser víctima de una gigantesca agencia de publicidad. Eso en sí mismo es algo relativamente normal hoy en día pero cuando el fin último es que nos traguemos la basura de un régimen repugnante la cosa empeora.

Me ha producido cierto escozor por la parte del escroto ver que lo único que había molestado algo a los "regres" fue uno de esos asuntos menores pero políticamente incorrectos. Me refiero a lo de la niña que puso la voz pero no la imagen porque tenía los dientes torcidos. Por supuesto, ni una palabra de asuntos infinitamente más serios. De Rusia ni hablamos, claro. Y de aquí viene el título de esta entrada, de la forma en que, incompresiblemente, mucha gente quiere ser engañada.

En fin, un asco.

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Creo que sólo caben 330 caracteres. ¿Podría ser otra cifra?. No sé cómo ampliar la capacidad. Si algún día lo descubro, lo haré, lo prometo.