viernes, 19 de septiembre de 2008

Cómo está el patio

¿Por qué está pasando lo que está pasando?. Unos, los que todo lo saben, dicen que la culpa es del capitalismo “salvaje”, como gustan adjetivar siempre a su “coco” particular. Otros, los que piden perdón por existir, que la culpa fue de los excesos del mercado y ya de paso del cha-cha-cha. Por último, los que no somos ni unos ni otros, opinamos que la culpa es del Estado, entendido éste de forma amplia.

Desde las filas de la progresía patria, siempre carente de las luces imprescindibles para ver las cosas desde varias perspectivas a la vez, se repite de forma incesante la consigna de que el modelo capitalista ha caído como lo hizo el Muro. La vergüenza es como la inteligencia. A veces es inexistente.

Mi opinión, que vale lo que vale pero por lo menos no cuesta nada, es que el brutal intervencionismo que ha sufrido el mercado en los últimos diez años pero que viene en realidad desde que se cargaron el sistema del “patrón oro” ha derivado en lo que vemos hoy en día. Precisamente todo lo contrario de lo que se diagnostica como causa. Es como la acusación de que el “neoliberalismo” (otro “palabro” que se utiliza para insultar a los liberales) provocó el corralito en Argentina. Nunca ha estado más metido el Gobierno (sí, he dicho Gobierno) en los mercados financieros como en las dos últimas décadas. De hecho la CNMV existe desde 1988. Curioso.

Inundar el mercado de ingentes cantidades de dinero, como mínimo desde 2001, ha traído como resultado unas facilidades crediticias fuera de lo normal y con ello una inflación artificial de determinados activos, especialmente los inmobiliarios.


Las titulizaciones, esa panacea que vendían como la solución a muchos problemas de financiación que de hecho no existían, al final sólo ha servido para lo que cualquiera que quisiera ver podría haber visto. Una forma de transmitir riesgo de mi balance al tuyo, pringao. La de veces que he discutido por negarme a comprar ABS (Asset Backed Securities), CDO´s (Collateralized Debt Obligations) y demás siglas que ya se han vuelto populares. Al principio reconozco que la razón era que no las comprendía bien y para un gestor sensato lo que no comprende no existe (al menos yo lo veo así). Cuando lo comprendí, me negué con más fuerza aún. Eso me situaba entre los gestores obsoletos. Bien, bienvenido sea mientras no pringuen otros por mi culpa. Cuando las externalizaciones de pensiones de la SEPI, costó Dios y ayuda “machear” (perdón por el barbarismo) los flujos comprometidos con activos de calidad y una rentabilidad competitiva. Tanto, que si llegan a adjudicarse como Dios manda, es decir, mediante subasta con condiciones, se las hubieran llevado otros con total seguridad porque cuando no hay percepción del riesgo cualquiera te da dos o tres puntos sobre los tipos oficiales. Porque estaba en una empresa de la propia Sepi que si no, me largan. Quizá hubiera sido lo mejor, quién sabe. Ahora no estaría escribiendo esto para el ciberespacio


La satisfacción de presentar carteras sin activos “tóxicos”, como ahora los llaman, vale más que las miradas de superioridad soportadas. Pero ya le pilla a uno muy cansado. Si pudiera cambiar de sector lo haría ya mismo.


Lo peor es que una vez que el pirómano prende fuego al ecosistema financiero, reaparece como bombero. Es lo que más me irrita. Y encima provee de argumentos y carga de razones a los tontos útiles de siempre. No había más que ver al “prestigioso” periodista, como se le suele denominar, presentador de un informativo en Cuatro y hermano de un rector de Universidad sectario como él solo (sí, estoy refiriéndome a Gabilondo) sacar pecho y hablando con media sonrisa de satisfacción sobre “la incapacidad del capitalismo de satisfacer las necesidades humanas” (sic). Acojonante ¿o no?.
Pues eso, para mear y no echar gota.
He de decir que hasta hace muy poco creía que la situación no era tan mala. Menos mal que soy humano. Si fuera más listo sería insoportable. Je je.

Sí, ya sé que esto tiene poco que ver con las trialeras clásicas o quizá sí. Depende de lo que quieras retorcer el argumento. Ya se sabe que estamos en los tiempos del "todo vale" y del "como sea".

Edito pra poner un vínculo a un artículo del gran Leopoldo Abadía que casualmente he leído hoy sobre algo que he escrito en esta entrada: "lo que un gestor no entiende, no existe". ¡Ja!.

http://www.cotizalia.com/cache/2008/09/20/opinion_0_dinamarca.html