lunes, 16 de agosto de 2010

Dos cotas y un destino

Las protagonistas de esta película son la 172 y la 330. Mientras una, la segunda, no me ha dado más que satisfacciones, con las excepciones que legitiman a toda regla, la primera ha sido fuente de todo lo contrario. Lo que no sabría decir es cuál es Newman y cuál Redford. La historia es que recientemente los papeles se han invertido.

Hace un par de domingos, aprovechando que estaba por aquí mi sobrino, llamé a Nacho247 (cuyo blog recomiendo para el que quiera aprender mecánica montesista: http://nacho247.blogspot.com/) que era el custodio de la 330 desde mayo (y sin una queja, el bendito) para quedar a montar y de paso liberarle un poco de espacio en el garaje, que ya tocaba. Pues la muy hija de Bultó decidió que no daba chispa y eso para un enganchado a la Coca Cola como yo es algo intolerable. El cabreo que me llevé con la moto fue considerable y de mi boca salieron ofertas de venta al por mayor de hierros. El mosqueo no era tanto por no haber podido montar ya que, para bien o para mal, es algo que está pasando a ser totalmente prescindible sino por ser la tercera vez que me llevo al bueno de Álvaro y se queda sin montar porque la moto se negaba a arrancar (antes la que le dejaba colgado era la 172). En cambio la BSA, de 1963, y sin tocarse desde diciembre, arrancó a la segunda patada. Toma Imperio decadente. Me llevé la 330 a casa a pesar de la insistencia de Nacho247 para que se la volviera a llevar. Me negué porque él no tenía ninguna culpa, al contrario.

Pero pocos días después, el bueno de Nacho me llama para decirme que de su casa no podía salir ninguna moto que no estuviera en perfecto estado de revista y casi me exigía que la devolviera a corrales para arreglar esos platinos o lo que fuera que pasase. Al final accedí a dársela con la excusa de volver a montar, esta vez sí.

Casualmente, y de ahí lo del destino, hace tres días contacté con un amigo al que no veía desde 1982 ya que se fue a vivir a Venezuela. Un tipo magnífico que ha vuelto a España huyendo de Chávez y su paraíso bolivariano. Recuerdo su 348 y cómo era capaz de hacerse una interminable recta en caballito sentado y en sexta, a una velocidad considerable. El caso, que siempre me acabo enrollando, es que le digo que se venga y por eso llevo la 172, avisándole de que no sabía si iba a funcionar más de cinco minutos.

Lo de este hombre es de juzgado de guardia. Veintinueve años sin llevar una moto de campo, ya no digo de trial, y el muy (póngase lo que se quiera) va y la maneja como si no se hubiera bajado de ella en las últimas tres décadas. Qué caballitos, cómo gira y qué poca vergüenza humillándome en público haciendo las mismas zonas que yo, pero mejor. Si es que el que nace lechón se muere cochino.

La preciosa 172 funcionó a la perfección, al menos en lo que a la electricidad se refiere, que era de lo que adolecía hasta ayer. Sí bien es cierto que se aceleraba algo, probablemente porque le entra aire por la tobera de admisión, según Nacho. A ver si va a ser eso lo que le pasa y no tiene que ver con la electricidad.

Para terminar y como no hay dos sin tres, hay una tercera Cota que me tiene frito porque no hay forma de saber qué le pasa. La preciosa y, por ahora, puñetera 247 Tambores Grandes (tambores de guerra, si sigue en ese plan). Hoy he hablado con el mecánico y res de res de momento. Veremos en septiembre, igual resurge cual 172, de la que pongo un vídeo de lo que hacía ayer sin un mal gesto





Por cierto, por fín estrené el casco y los pantalones Montesa que unos generosos Reyes Magos me dejaron en casa este año, hace siete meses ya.

Mañana salgo para Levante así que hasta septiembre se cierra la botigueta, que dice mi suegra, valenciana ella.

Saludos y hasta pronto.

2 comentarios:

  1. Platinos y condensador, que es lo típico. Y algún arreglillo de un cable pelado encintado, y un conector suelto. A la primera patada se ha puesto en marcha, no sin echar por el escape sapos y culebras de todas las patadas que le habíamos dado antes.
    ¿Qué le pasaba? Pues con casi toda probabilidad los platinos, cuyas puntas estaban en bastante mal estado.
    El condensador estaba bien, como casi siempre, aunque lo he cambiado, ya que estaba muy hinchado.
    Como se le salía ya el aislante de goma del polo, he aprovechado para desmontarlo y cerciorarme que el condensador NO es electrolítico y, por tanto, ni tiene polaridad, ni se gasta.
    Está formado por multitud de láminas de aluminio y mica como aislante, y lo único que le puede pasar es que se perfore ésta, algo harto difícil. La pequeña reparación me ha servido para convencerme de que no volveré a comprar nunca un condensador Motoplat a un precio del orden de 18 veces más que un condensador moderno de poliéster, que ocupa la quinta parte.
    Bueno ... vaya rollo.
    Por cierto, ¿es posible que llevara la 330 los platinos y condensador de origen? El aislante del bornero era de cartón, cosa ya difícil de ver.
    ¡que te siente bien el 'arrós'!

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  2. Muchas gracias por la reparación. Muy interesante lo del condensador, hay que comprobar que se puede utilizar uno mejor y más barato.

    Los platinos no son los originales con toda seguridad. El aislante de cartón será un fósil.

    En septiembre hablamos a ver si somos capaces de montar más de un domingo al año.

    Gracias de nuevo.

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Creo que sólo caben 330 caracteres. ¿Podría ser otra cifra?. No sé cómo ampliar la capacidad. Si algún día lo descubro, lo haré, lo prometo.